29 de junio de 2009

Las ruinas sumergidas del Lago Titicaca

Las ruina sumergidas
del Lago Titicaca





La existencia de una civilización precolombina anterior a las conocidas, comenzó a tomar cuerpo con la entrada del milenio, cuando una noticia comenzó a circular con insistencia. Según se desprendía de los primeros informes, la Expedición Atahualpa 2000, bajo las aguas del lago Titacaca, en pleno corazón boliviano, halló restos de una civilización desconocida. Aunque de estas ruinas se tenían conocimiento, hasta el momento no se tenía la evidencia comprobatoria, y aunque en este caso las pruebas parecían ser contundentes, el descubrimiento reabrió una polémica, sobre la antigüedad de las civilizaciones en América.

De inmediato, se levantaron voces en contra, y el hallazgo como ya es una constante en estos casos, entró en zona de veda, hasta mejor oportunidad. Para comprender la mentalidad arqueológica sudamericana, debemos tener en cuenta su fuerte afiliación a los dictados europeos y norteamericanos que siguen teniendo una fuerte influencia en la materia. Romper con esa estructura no es tarea fácil, ya que todo aquel estudioso que se desvíe de las leyes establecidas corre el riesgo de ver su carrera truncada. Localmente tampoco hay una defensa más acentuada sobre las culturas pasadas de este continente, y generalmente subyace un cierto temor en buscar respuestas a ciertos interrogantes que aún susbsisten en cuanto a las culturas que poblaron América, ante de la Conquista.

Volviendo al caso boliviano, como dijimos la existencia de estas ruinas no constituían novedad, y nosotros desde Crónica Subterránea deseamos evocar una gesta poco conocida dentro de Argentina, y que tuvo como protagonista a un compatriota, que casi cuarenta años antes pudo vislumbrar estas mismas construcciones submarinas, aunque en su momento su hallazgo provocara incredulidad y rechazo.

Conozcamos la historia de la mano de Federico Kirbus, que narró la experiencia del argentino en “Enigmas, misterios y secretos de América”.






“El equipo, compuesto por Ramón ("Kuki") Avellaneda, Enrique León Brunner y Luis Villaverde, había arribado a orillas del Titicaca con propósitos muy distintos, casi diríase más espirituales que materiales: su deseo era habilitar las aguas navegables más altas del mundo para el deporte subacuático. Acertadamente, su expedición se denominó "Punta de Lanza".
[1] Y lo que representa bucear en el lago sagrado del Altiplano se infiere de las palabras de Avellaneda cuando describía su primera inmersión: "Mi indicador de profundidad marcaba tan sólo, metros y, sin embargo, me hallaba a mayor altura que la cima del Fujiyama”.

Las inmersiones se veían obstaculizadas no sólo porque el cante de los botellones de oxígeno restringía la permanencia en el líquido elemento a su máximo de 45 minutos, sino, además, porque los tipos de descompresión debían ser forzosamente muy prolongados que al emerger del agua los rodeaba la atmósfera muy tenue de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Quiere decir que parte de la autonomía de 45 minutos había que dedicarla al proceso de descompresión, sin poder entregarse a proseguir las exploraciones subacuáticas.

Los deportistas habían sido consultados desde el mismo momento su arribo a Bolivia si realmente sólo deseaban practicar deportes o si en verdad, su objetivo era buscar la "cadena de oro". Pero no fue leyenda, sino la noticia de que un norteamericano, de nombre Malinowsky
[2] había hallado ruinas en el lago durante unas inmersiones realizadas años antes de, que confirió a los tres buceadores un impulso. Lo único malo era que muchos hablaban de tales vestigios pero nadie podía precisar su ubicación.

Las primeras experiencias de inmersión, llevadas a cabo con la asistencia del patrullero “Presidente Kennedy", perteneciente a la marina boliviana, se realizaron sin mayores sorpresas. La temperatura del agua era de unos 15 grados cerca de la superficie; la visibilidad unos 15 metros; y las pulsaciones, 85 por minuto como valor promedio.

El tiempo transcurría implacablemente sin que los argentinos hall nada excepcional, salvo las enormes ranas mimetizantes que se fundían con el fondo del lago. Sus ayudantes bolivianos, entre tanto, seguían convencidos que el verdadero propósito de los buceadores era la búsqueda y el eventual hallazgo de la cadena aurea. ¿Era concebible que tres extranjeros realizaran tal esfuerzo sólo para satisfacer sus ambiciones deportivas?

Por fin, cierto día, uno de los boteros del estrecho de Tiquina mencionó un puerto en la orilla del Titicaca donde, según él, existirían ruinas. El sitio se llamaba Puerto Acosta. Y siendo que un hecho casual nunca se produce en forma aislada, resultó que uno de los marinos de la "Presidente Kennedy" era oriundo de ese puerto. No sólo esto: también conocía el sitio donde ciertas construcciones de piedra llegaban hasta las aguas y parecían extenderse debajo de las mismas. Se decidió realizar el viaje en automóvil en compañía de Plácido Jucumani, el consabido marino, que sólo hablaba aymará y apenas balbuceaba algunas palabras en español; la conversación con él resultó, por lo tanto, bastante difícil.

Arribados a Puerto Acosta, una vez más los pobladores afirmaban desconocer por completo cualquier detalle relacionado con las supuestas ruinas. ¿O acaso los inhibía el temor ante el lago santo y los dioses que en él vivían? Por fortuna, Plácido no se dejó impresionar y condujo al grupo hasta una bahía donde, según él, existían las ruinas subacuáticas.

El tiempo era frío. Avellaneda se colocó su traje de neopreno para sumergirse en tanto que sus dos compañeros aguardaron en la orilla las noticias que aquél traería.

No habrían transcurrido más de diez minutos cuando "Kuki" Avellaneda emergió a unos 200 metros de la costa, haciendo señas con el brazo para que los otros dos se le acercasen.

Lo que los tres acuanautas contemplaron ese destemplado día de invierno de 1966, a unos ocho metros debajo del espejo del lago, se lee hoy quizá con indiferencia, pero en su momento aceleró sensiblemente el pulso de los protagonistas de la aventura: ante sus ojos aparecían construcciones de piedra de diferente tipo y sorprendentemente bien conservadas, aun cuando estaban recubiertas de algas.

No sólo hallaron simples muros, sino recintos en forma de U, con la parte abierta señalando hacia el centro del lago. Es más: también distinguieron el trazado de un camino empedrado, perfectamente conservado, de unos 30 metros de longitud. Casi se estaría tentado de agregar: un típico camino incaico.
[3]





Tras el primer breve reconocimiento del lugar, los tres retornaron a la orilla, donde, junto con algunos observadores circunstanciales, los aguardaba Plácido Jucumani con sus facciones tan impenetrables como siempre.

Los períodos de descompresión relativamente prolongados convertían la labor de los buceadores en una película en "ralentisseur". No obstante ello, el resultado de las investigaciones justificaba ampliamente el esfuerzo: se encontraron siete edificaciones de unos cinco metros de ancho y diez de largo cada una, veintidós muros paralelos y finalmente la calle empedrada, todo esto unos ocho metros debajo del espejo del lago Titicaca.

Para la investigación de Tiahuanaco este hallazgo es de fundamental importancia porque señala que alguna vez el nivel del agua debió ser, cuando menos, ocho metros menor que en la actualidad, o acaso aún mucho más”.

Según relata Simone Waisbard, en "Tiahuanaco: diez mil años de enigmas incas", quién también se hizo eco del descubrimiento del argentino, “en Francia, algunos meses después, Ramónn Avellaneda mostró su película y el informe detallado de sus buceos al comandante Cousteau que preparaba una nueva odisea marina a través de los océanos.

Una expedición científica de mayor importancia que la "Fer Lance", que disponía de los medios más modernos, permitiría el estudio profundo de las reglas aún inexactas de la fisiología de buceo a gran altura. Además, quizá sería posible averiguar algunos de los misterios arqueológicos escondidos en el fondo del lago más "alto" del mundo. .

El equipo Cousteau aprovecharía así el viaje de la Calypso en los mares exóticos para atracar en el puerto peruano de Mollendo, en el Pacífico, a novecientos kilómetros al sur de Lima. Un tren de los Andes le esperaría a disposición de diecisiete franceses que formarían la expedición y de varios técnicos y sabios norteamericanos que se unirían a ellos. El profesor Harold Edjerton llevaría consigo un sonar diseñado especialmente para informar por medio de una gráfica cuáles son la profundidad y la composición del lecho del lago. .

Del lado francés, los técnicos que miden la profundidad, la sedimentación de los terrenos, la calidad de las rocas, estudiarían la biología y los orígenes del Titicaca. Hombres-rana y camarógrafos todos ellos especializados, les acompañarían en aquella misión tan importante. .

¡El material perfeccionado de Cousteau pesa treinta toneladas! Comprende dos pequeños submarinos "de bolsillo" llamados también "pulgas de mar" o "platillos sumergibles". De una longitud de tres metros por un metro "Ochenta de ancho, los S.P. 500 han sido fabricados por los talleres franceses de Sud-Auiation, Pueden descender a quinientos metros de profundidad, es decir, más de lo que se necesita.

La llegada de los especialistas franceses y otros extranjeros, moviliza a la prensa boliviana y peruana. Los periodistas y la gente se sienten muy decepcionados porque no averiguan nada de los resultados obtenidos por el equipo Cousteau que guarda un silencio absoluto ...

El comunicado oficial, larga e impacientemente esperado no enseña nada a nadie. Establece nada más la satisfacción del comandante Jacques-Ives Cousteau en cuanto al estudio técnico realizado en el fondo del Titicaca, Los buzos han llegado a trescientos metros de profundidad. Han podido calcular "la importancia de la presión, reducida de setenta y. cinco a ochenta por ciento en relación con lo normal”.

El informe indica además, que actualmente se sabe que las posibilidades de un hombre-rana “disminuyen a esa altitud en un veinticinco a treinta por ciento, en comparación a las que cuenta a sumergirse en el mar”.

Pero … ¿y las “ciudades sumergidas” del lago Titicaca? ¿Y los restos filmados por Ramón Avellaneda a raíz de su exploración precedente, que han inducido a ir al equipo francés?

Lacónico, decepcionante, concluye el informe: “En cuanto al tema de la búsqueda de restos arqueológicos, no se han encontrado nada en este dominio, pero es posible que existan tales ruinas, empotradas en la capa de cieno que tapiza el fondo del lago y que tiene treinta cuatro metros de espesor”.

Lo negado por Cousteau en su momento, cuarenta años después le dió la razón al argentino. Justa es su reinvindicación.



[1] La expedición también se conoció como Fer de Lance (punta de lanza en idioma francés). Contó con el apoyo “financiero del periódico argentino "El Clarín" y la Federación Argentina de actividades submarinas”. Véase: Waisbard, Simone. Tiahuanaco: diez mil años de enigmas incas. Santiago de Chile: Diana, 1987.
[2] “Igor Malinowsky había marcado minuciosamente en un mapa la posición de las ruinas consideradas por un "buzo norteamericano" como las de la ciudad sumergida de Chiopota. Ramón Avellaneda, con la idea de repetir la hazaña, organizó una expedición que permitía al mismo tiempo estudiar por vez primera los efectos de la sumersión humana de gran altitud, es decir, en condiciones anormales y también hacer el estudio hidrográfico y técnico del lago Titicaca, que era algo que nunca se había intentado”. Op. Citada.
[3] “En Bolivia, los escépticos callaban, los sabios se inclinaron, por fin, con los ojos abiertos, Las ruinas descubiertas por el diplomático argentino pertenecen a la civilización megalítica más ano tigua del Altiplano de Collao. Indudablemente han precedido a la famosa Tiahuanaco y su grandiosa Puerta del Sol. ¿Pero a quiénes corresponden? El profesor Rubén Vela, del Instituto Arqueológico de Tiahuanaco, emitió una hipótesis: "Estas ruinas tienen un carácter sagrado. La construcción hace pensar en un templo lacustre que habría constituido el punto de reunión de una gran peregrinación religiosa muy importante". Op. Citada.


Véase:



La Atlantida en el TitiKaka - expedicion akakor - Tiwananku 2004 TV





AKAKOR: "Akapana 2008", immagini del tunnel





AKAKOR: "Kon Tiki 2009", immagini per la pre-spedizione



16 de junio de 2009

En busca de la Atlántida Andina - Entrevista Exclusiva con Jim Allen

En busca de la Atlántida Andina
Entrevista Exclusiva con Jim Allen
Débora Goldstern©




El protagonista de nuestro reportaje de hoy, Jim Allen, es toda una leyenda dentro de los cultores de la perdida Atlántida, que saltó a la fama internacional cuando hace casi diez años dió a conocer su teoría de una Atlántida en pleno corazón de los Andes.

Aunque la idea no era nueva, el aporte de Allen consistió en establecer a Bolivia, como el lugar donde se habría asentado aquel imperio marítimo inmortalizado en los célebres diálogos de Platón. Desde un comienzo el pensamiento de una Atlántida Andina generó en sus inicios una fuerte resistencia, que con el paso del tiempo y gracias a la dedicación y tesón del estudioso británico, fue generando adhesiones y atrayendo la atención mundial, que día a día parece volcarse en favor de Allen.

En un hito histórico, Crónica Subterránea logró una entrevista exclusiva con Jim Allen, que por primera vez brinda su testimonio a un medio argentino.


Comienzo con la típica pregunta. ¿Cómo llega un cartógrafo aéreo, que integró la Real Fuerza Aérea (RAF) a interesarse por la Atlántida?

Al principio tuve interés en los monumentos como la pirámide en Egipto, y Stonehenge en Inglaterra. Como siempre había leído el uso de medidas en codos, me interesaba estudiar los orígenes de los codos de la antigüedad, y así encontré la leyenda de la Atlántida con su planicie rectangular en medidas de 3,000 por 2,000 estadios, después decidí buscar ese planicie en América.

Cuando se habla de la Atlántida, el relato legado por Platón en sus célebres diálogos El Timeo y Critias, sigue siendo el texto más utilizado para presentar una evidencia en favor de la existencia del continente. Sin embargo Platón era un iniciado, y tenía como principio no revelar toda la verdad sobre algunos misterios. Teniendo en cuenta esta premisa, ¿podemos seguir tomando a este documento como fuente válida, para llevar a cabo cualquier investigación sobre la Atlántida?

No veo a Platón como iniciado, que no deseaba revelar todo la verdad sobre la Atlántida. Creo que lo dicho por Platón en su descripción geográfica es verdad, que tenia en su posesión ese leyenda de un continente opuesto de los pilares de Hércules y deseaba utilizar su descripción en su relato de un gran enemigo, por el estado perfecto de Atenas, para mostrar como era poderoso éste con su gobierno ideal, en derrotar ese gran imperio. Pero la guerra actual ha sido la guerra de los griegos contra Troya, seguida por la invasión de Egipto por la “Gente del Mar” en su entorno, seguida por la invasión de Grecia por las persas que al fin ha sido derrotados por los griegos.


Como bien cita en su libro, (1999) La Atlántida. La solución de los Andes (Teoría y Evidencia), los cronistas hispanos dejaron constancia de su creencia sobre una América cuyos orígenes remontaban al continente perdido, y este caso me lleva nuevamente a vincularlo con la pregunta anterior: ¿podemos confiar en estos textos, que sabemos fueron manipulados en gran parte por la jerarquía católica de la época?, sin mencionar la gran destrucción de documentación practicada por los inquisidores.

Pienso podemos confiar el la descripción geográfica de la Atlántida, que corresponde a Sud América, y podemos estudiar las descripciones de los cronistas españoles tomando en cuenta que algunos como Sarmiento de Gamboa
[1], tenia como objetivo de desacreditar a los Incas para justificar en forma legal la conquista. Ha tratado más ese aspecto en mi libro nuevo Atlantis: Lost Kingdom of the Andes (Atlántida: Reino Perdido de los Andes” publicado en Reino Unido el mes pasado)

Conociendo la mentalidad arqueológica establecida en América que se remonta a la época colonial, y liderada actualmente por Estados Unidos, cuyas escuelas establecen como regla un hombre americano producto en gran parte de las corrientes migratorias, y con una edad casi reciente en comparación a las de otros continentes, supongo que proponer la existencia de una Atlántida como base en Sudamérica debió presentar sus riesgos. Vale recordar que muchas carreras prometedoras que se atrevieron a promulgar tesis contrarias a las oficiales, quedaron truncadas.

Eso puede ser, pero en los años recientes tenemos la recognicion de la ciudad de Caral en Perú, que se dice data al año 2627 a.c., haciendo sus pirámides más viejas que la pirámide de Keops en Egipto, y contemporánea con las pirámides más viejas de Egipto. Pienso que puede ser contemporánea también con la época de la Atlántida. Si asumamos que la fecha de Platón puede ser en vez de 9,000 años, 9,000 meses lunares que ponga una fecha de alrededor de 1200 a.c., por la guerra que describía Platón y la desaparecía de la Atlántida.

Por mucho tiempo Brasil, lideró el ránking sudamericano sobre una de las regiones más asociadas por los investigadores a la Atlántida. En su caso, sin embargo optó por Bolivia ¿Qué requisitos cree cumple este país, para hacerse merecedor de la candidatura atlante?

Aparte del Brasil, y incluyendo Brasil, existe muchas ubicaciones en el mundo que han sido propuestos como ubicaciones de la Atlántida, pero todo ellos tengan una cosa en común - no tengan ninguna correspondencia con la descripción de la Atlántida propuesta por Platón. Es decir, en particular, en el centro del continente había una planicie de forma nivelada y rectangular rodeada por montañas. Si no existe esa planicie, no puede ser la Atlántida, y Bolivia es el único que tiene esa planicie, además todas las otras facetas de la descripción en particular alrededor del lago Poopó, existen las minas de los metales mencionados por Platón, oro, plata, cobre, estaño y la aleación, oricalco que es aleación del oro y cobre llamado en los andes, ‘tumbaga’. Además existe en Bolivia una leyenda de una ciudad castigada por los dioses, y sumergida debajo del mar interior, zona propensa a las inundaciones y terremotos como describió Platón.

Tengo entendido que en Bolivia cuando presentó su hipótesis de trabajo, la recepción entre los locales no despertó mucha adhesión. Especialmente en lo referido a Tiahuanaco, que muchos consideran perteneció a otra civilización también controversial, como es Lemuria, un continente que se habría alzado en el Océano Pacífico.

Pienso que la Atlántida es cosa aparte del Tiwanaku, pero es muy popular por ciertos escritores asociarla con Tiwanaku, en particular también cuando están grabando documentales porque la ciudad de Tiwanaku es más visual con sus ruinas. En cuanto al Lemuria sabemos que ha sido inventado como continente imaginario, por dar explicación a la dispersión de plantas en épocas pasadas.

Una característica desconcertante dentro del gran rompecabezas arqueológico del continente, es el hallazgo de ciertas escrituras, que muchos estudiosos esgrimen como prueba para validar las visitas de otras culturas antes de la llegada de Colón. Pero el gran interrogante es descubrir porque este tipo de grafía, como por ejemplo, caracteres sumerios, hititas, egipcios, por mencionar algunos, presentan signos de alguna manera diferentes a las culturas de las cuales derivan, una especie de escritura proto, desarrollada en el continente, interrumpida, y luego continuada en sus regiones de origen. Esto lleva a plantearse si en América no funcionaba una cultura madre, de la cual se derivaron luego las demás. Más que un imperio atlante, podríamos esbozar un imperio sudamericano, tesis planteadas por otros autores. ¿Encuentra coincidencia en esta idea?

Necesitamos tomar en cuenta que la Atlántida es solamente otro nombre, por lo que hoy día se llama Sudamérica. La escritura que parece en forma de proto-sumerio puede ser porque es mas vieja que el sumerio actual, y en vez de pensar que una vez los sumerios han visitada a Sudamérica, quizás sea una posibilidad que los sumerios tenia origen en Sudamérica. Además de la escritura en forma proto-sumerio, existen también en el país medidas en formas sumerias, es decir codos sumerios también.

Su trabajo fue objeto de muchos programas y documentales, ¿se sentió reflejado en cuanto a contenido, o esperaba más profundización? Se lo pregunto, porque por desgracia cuando se trata de la Atlántida todo termina enrolado en la casilla “enigmas y misterios”.

Con el libro nuevo y la página web espero continuar difundiendo toda la información nueva sobre la Atlántida, porque siempre hay descubrimientos nuevos, como puedes ver en las fotos satelitales de Google Earth que muestra en la zona de Oruro, muchos canales antiguos cubriendo lo que hoy día es desierto. Pero por desgracia el mundo científico ha mostrado nada del interés en el sujeto, y parece que mucha gente odia la idea de que la Atlántida puede haber sido América.

El Congreso Atenas 2005,
The Milos Atlantes Conference, establece 24 puntos a tener en cuenta para proponer una localización atlante, que en tu tesis sudamericana se elevan a 50 puntos de coincidencia, sobrepasando cualquier duda sobre los Andes como la zona atlante por excelencia. Un número más que atendible.

De verdad es raro la correspondencia en la descripción del Platón en detalles especificas, por ejemplo como los reyes nacidos en cinco pares de gemelos, cuando según Sarmiento de Gamboa, después de una gran inundación el Viracocha también tenia cinco pares de hijos.

¿Se considera Jim Allen un precursor?


Es probable que sí, porque una vez que venga una idea y con el pasaje del tiempo, las ideas son más aceptadas, además, la ciencia nueva como fotos satelitales revelan muchas cosas hasta ahora desconocidas. Me gustaba esa frase de un escritor inglés, de hace bastantes años: "New opinions often appear first as jokes and fancies, then as blasphemies and treason, then as questions open to discussion, and finally as established truths."-George Bernard Shaw. Es decir, al principio las opiniones nuevas parecen como bromas o fantasías, después como blasfemias y traición, después como cuestiones para discutir, y al fin como verdades establecidas. Siempre ha encontrado curioso que en la descripción de Platón del país de la Atlántida es palabra por palabra perfecta en relación con el Altiplano, y en particular en respeto a la descripción de la planicie rectangular en la traducción clásica de R.G. Bury (en inglés) no sea posible elegir palabras mejorar la descripción es tan prefecta ya! Siempre he pensado también que debajo de la bandera de la Atlántida, se pueden unificar todos los países de América Latina, hacerlos un bloque más poderoso en el mundo.

[1] Agrega Jim Allen: que Historia de los Incas de Sarmiento de Gamboa “fue el resultado de una comisión específicamente ordenada por el virrey del Perú, y enviado a Felipe II de España, pero una vez llegado en España, desapareció por 300 años, hasta que fue descubierto en una biblioteca de Alemania en 1893. Su libro mencionó claramente que Sud-América fue Atlántida”.




Crónica Subterránea agradece a Jim Allen por permitir esta entrevista, en todo momento se mostró solícito, y no dudó en responder a nuestras dudas, demostrando una sencillez y humildad fuera de la común, teniendo en cuenta la reputación que lo precede. Aunque su tesis resulta controversial, admiramos el valor de querer instalar la discusión de una Atlántida Sudamericana, teniendo en cuenta los prejuicios que provoca ahondar en el pasado de una América antigua.

10 de junio de 2009

Conversaciones sobre Aleister Crowley - Entrevista con Alicia Gordon - Débora Goldstern

Conversaciones sobre Aleister Crowley
Entrevista con Alicia Gordon
Débora Goldstern©




Quién iba a decir que un simple intercambio de enlaces entre bloggers, finalizaría en un reportaje. Todo se inició hace unos meses cuando Alicia me contactó, para que agregara su sitio a Crónica Subterránea.

Admito que desde el vamos a leer la palabra tarot en el título del blog, sentí cierto prejuicio, pero mi sorpresa fue mayor cuando al entrar a ver el contenido me encontré con post más que atractivos, algo fuera de lo común en estos espacios, donde últimamente los escritores escasean.

Con el tiempo fue natural considerar a Alicia para una entrevista, si se tiene en cuenta que el objeto de estudio de su Blog, Cartas Tarot - La Linterna Errante viene siendo Aleister Crowley, viejo conocido de esta casa.

La visión entregada por Alicia, es la de un Crowley más humano. Un retrato alejado de los tópicos comunes que parecen acompañar al esoterista inglés, desterrando un poco el aura de mistificación, que su figura alcanzó con el paso del tiempo.

En Crowley parecen convivir dos personalidades disímiles. Por un lado tenemos al mago maestro, iniciado y adepto de primer orden, en paralelo con el libertino y obseso sexual.
No creo que se trate realmente de dos personalidades sino de una sola. No hay que olvidar que Aliester creció bajo la amenaza constante del pecado y que en lo que le enseñaron, casi todo lo era, especialmente el sexo. Es normal que se rebelara e intentase encontrar respuestas que aliviaran esta opresión. La contradicción operó en él como una olla a presión y cuando descubrió que el placer no tenía nada de malo, se fue para el otro lado, pasional y curioso como era, dándose el gran atracón.

Al buscar las influencias que más impactaron en su posterior desarrollo, surge el nombre de Allan Bennett como una figura central, y que lo marcó a futuro.Sí, Allan Bennett le enseñó magia más que ningún otro. Era culto y despertaba la admiración de Crowley. No sólo le entrenó en el uso del tarot y otras disciplinas esotéricas, sino que le introdujo en las filosofías orientales. También fue el primero que le enseñó el camino de las drogas como método de expansión de la conciencia.

La entrada de Crowley a la Golden Dawn, coincide con la decadencia de ésta última. ¿Por que crees que fracasó la unión?Pienso que la unión fracasó porque generalmente en todas las sociedades, iniciáticas o no, surgen luchas de poder entre sus miembros más dominantes, resumiéndolo de una forma simplista. Aliester Crowley era demasiado independiente y anárquico como para poder someterse a las normas de la Golden Dawn o de cualquier otra organización, si no la orquestaba él. La Golden Dawn le sirvió como trampolín para sumergirse en el mundo de la magia a efectos prácticos, y aunque en un principio se aplicó sinceramente en subir escalones, por así decirlo, se cansó y muy probablemente le entraron ganas de fundar su propia orden, cuando se dió cuenta de que tenía perfecta capacidad.

Momento crucial en la vida de Aleister, es el contacto que establece durante su estancia en Egipto con Aiwass, que daría nacimiento al Libro de la Ley y por ende a Thelema. Hay muchos que sostienen que Aiwass, más tarde rebautizado como Lam, fue una entidad de carácter dimensional. ¿Coincidís con este enfoque?
Creo que Aiwass no fue una entidad independiente, sino un producto del subconsciente de Crowley. El Libro, a mi parecer, es un reflejo de lo que él consideraba la sociedad ideal. Me recuerda vagamente el lenguaje de la Biblia y aborda los preceptos contra los cuales se rebeló, dándoles la vuelta. Es una obra que aboga por el derecho a la individualidad, a la libertad y al goce de la vida, lo opuesto a la opresiva religión que le habían impuesto sus padres. Crowley tenía un profundo conocimiento de las teorías esotéricas y era culto. Era un ser tan inteligente y versátil como narcicista y no es casualidad que Aiwass le anunciara que la persona que debía divulgar el nacimiento de esa Nueva Era fuera la Bestia precisamente, por mucho que en un principio se sintiese incómodo con ese anuncio y dejase que el libro se llenase de polvo durante unos años.

Durante la Primera Guerra mundial el coqueteo de Crowley con Alemania fue de sobra conocida, sin embargo Inglaterra pareció perdonarle este deslíz.
En aquella época Crowley ya había dilapidado su fortuna y necesitaba un trabajo. Pienso que se tomó su actividad periodística en un medio estadounidense pro germánico, como un juego, más que otra cosa. Lo que sí estaba claro era su repulsión por la mentalidad de su país, que consideraba inmensamente hipócrita y que su desencanto se acentuó cuando, antes de partir hacia Estados Unidos, al inicio de la Guerra, ofreció su colaboración con Inglaterra y ésta se la denegó. Probablemente sea cierto que su patria le perdonara por no considerarle peligroso sino simplemente un personaje excéntrico. Durante la Segunda Guerra mundial, sin embargo, parece que colaboró con los servicios de inteligencia británicos. De todas formas, no está clara la postura de Aliester Crowley en aquellas dos contiendas, porque el tratamiento que le dió la prensa de su época y la ambigüedad que él mismo cultivó, distorsionaron su figura.

Otro hito importante en la vida de Crowley lo supone Cefalú, la abadía italiana donde realizó algunos de los ritos más asombrosos en su carácter de mago, que luego derivarían en escándalo y expulsión por el mismo Mussolini.
Cefalú fue un pequeño laboratorio donde poner en práctica sus teorías. Ejercía un papel de psicólogo y leader espiritual. Introdujo la magia sexual, con algún que otro episodio aislado de bestialismo fallido, hechos que fueron los que realmente escandalizaron a la sociedad de su época. En realidad, se trataba de una comunidad pacífica, regida por unos rituales que prácticamente nadie seguía al pie de la letra, en la cual las drogas y el sexo con fines espirituales formaban parte del quehacer diario. De entre las personas que visitaron Cefalú, alguna acudió a las autoridades para denunciar lo que según ella era un antro de depravación. Cuando murió uno de los adeptos por causas fortuitas, la mujer de este último acudió a los periódicos y los hechos fueron contados de forma totalmente tergiversada. El escándalo llegó a oidos de Mussolini y este le expulsó.

En sus inicios Crowley utilizó las drogas como forma de expandir la conciencia, aunque luego estas ingestas exploratorias, terminarían por convertirlo en un adicto, finalizado sus últimos días como dependiente de la heroína y el hachís.Sí, Aliester probó todo tipo de drogas y en realidad consiguió más o menos dominarlas, pero la heroína pudo con él. Para su gran pesar y angustia vió cómo ésta le robaba su voluntad, sumiéndole en períodos apáticos y depresivos. Aunque intentó dejarlo en varias ocasiones, nunca lo logró.

El gran resurgimiento de Perdurabo tiene lugar en los años 60’, recuperado por la generación Flower Power que se identifica con los ideales legados en su máxima: “haz lo que quieras”. A la luz de hoy día ¿cuál crees es su aporte en las nuevas generaciones ocultistas?
Creo que no soy la persona más adecuada para responder a esta pregunta. No sigo de cerca los movimientos actuales ocultistas, aunque sé que tiene muchos admiradores y adeptos. Los miembros de la OTO podrían contestar mucho mejor que yo. Aunque supongo que habrá muchas personas que no estén de acuerdo conmigo, y con todos mis respetos hacia ellas, pienso que Crowley, en su fuero interno, no se tomó nunca demasiado en serio. Creo que lo hicieron mucho más sus adeptos que se dejaron arrastrar hasta límites destructivos en ocasiones, atraídos por su carisma excepcional. Y él despreció a algunos, como si le resultara empalagosa tanta devoción. Hubiera sido interesante poder preguntarle a Leah qué pensaba de la magia de Aliester cuando logró separarse de él. Me gusta más enfocar la figura de Crowley como un personaje adelantado a su tiempo, que ya llevaba pendientes y se pintaba los labios cuando nació mi abuelo y que fundó una comuna mucho antes que los hippys, llevado por el ideal de reconquistar el paraíso primitivo.

Desde Crónica decimos, escritora de raza a seguirle los pasos.

6 de junio de 2009

Pitágoras - El inicidado de Samos

El nombre de Pitágoras es sinónimo de iniciación. La exploración de su vida, remonta a los días de las escuelas de enseñanza, donde en templos sagrados se enseñaba la vieja ciencia perdida, que luego de la desaparición de Atlántida, quedó reservada a una élite que siguió practicando en secreto aquellos viejos saberes.

El porque de este accionar llevaría a un largo camino de reflexión, pero fue una decisión consensuada donde una nueva humanidad iba a edificarse partiendo de cero, y a la cual solo se proporcionaría de vez en cuando luz, hacia aquellos saberes olvidados, en la medida que su evolución así lo requiriere.

Por otra parte en aquellos días de oscuridad y tinieblas, pocos mortales se arriesgaban a someterse a los dictados necesarios, que se le requerían para abordar el camino de la iniciación y de los saberes perdidos. Pero de cuando en cuando surgía un candidato que respondiendo el llamado de la ley inmutable, decidía consagrar su vida en pos de ese camino, uno de esos hombres fue Pitágoras, el genial matemático griego, conozcamos su historia.



LOS AÑOS DE VIAJE
SAMOS – MEMFIS – BABILONIA


Samos era al comienzo del siglo VI antes de nuestra era, una de las islas más florecientes de la Jonia. La rada de su puerto se abría enfrente de las montañas violáceas de la muelle Asia Menor, de donde venían todos los lujos y todas las seducciones. En una ancha bahía se extendía la ciudad sobre la orilla verdeante y se presentaba en anfiteatro sobre la montaña, al pie de un promontorio coronado por el templo de Neptuno. Las columnatas de un templo magnífico la dominaban. Allí reinaba el tirano Polícrato. Después de haber privado a Samos de sus libertades, le había dado el lustre de las artes y de un esplendor asiático. Las hetairas de Lesbos, llamadas por él, se habían establecido en un palacio vecino al suyo y convidaban a los jóvenes a fiestas, donde les enseñaban las más refinadas voluptuosidades sazonadas con música, danzas y festines. Anacreonte, llamado a Samos por Polícrato, fue traído en un trirreme con velas de púrpura, mástiles dorados, y el poeta, con una copa de plata cincelada en la mano, hizo oir ante aquella alta corte del placer, sus acariciantes odas, perfumadas como una lluvia de rosas. La suerte de Polícrato era proverbial en toda Grecia. Tenía por amigo al faraón Amasis que le advirtió varias veces que desconfiara de una felicidad tan continuada y sobre todo que no se alabase de ella. Polícrato respondió al consejo del monarca egipcio lanzando su anillo al mar: “Hago este sacrificio a los Dioses”, dijo. Al siguiente día, un pescador trajo al tirano el precioso anillo que había encontrado en el vientre de un pescado. Cuando el faraón lo supo, declaró que rompía su amistad con Polícrato, porque una suerte tan insolente le atraería la venganza de los Dioses. Sea lo que fuera de la anécdota, el fin de Policrato fue trágico. Uno de sus sátrapas le atrajo a una provincia vecina, le hizo expirar en medio de tormentos y ordenó que atasen su cuerpo a una cruz sobre el monte Mycale. De este modo los habitantes de Samos pudieron ver en una sangrienta puesta de sol el cadáver de su tirano crucificado sobre un promontorio, frente a la isla donde había reinado en la gloria y los placeres.


Más volvamos al principio del reinado de Polícrato. Una clara noche, un joven estaba sentado en una selva de agnus cactus de relucientes hojas, no lejos del templo de Juno; la luna llena bañaba la fachada dórica y hacía resaltar su mística majestad. Hacía tiempo que un rollo de papiros, que contenía un canto de Homero, había caído a sus pies. Su meditación comenzada en el crepúsculo duraba aún y se prolongaba en el silencio de la noche. Ya hacía mucho que el sol se había puesto; pero su disco flamígero flotaba aún ante la mirada del joven soñador, en una presencia irreal. Porque su pensamiento erraba lejos del mundo visible. Pitágoras era el hijo de un rico comerciante de sortijas de Samos y de una mujer llamada Parthenis. La Pitonisa de Delfos, consultada en un viaje por los jóvenes esposos, les había prometido: “Un hijo que sería útil a todos los hombres, en todos los tiempos”, y el oráculo había enviado los esposos a Sidón, en Fenicia, a fin de que el hijo predestinado fuese concebido, moldeado y dado a luz, lejos de las perturbadoras influencias de su patria.

Antes que naciera, el maravilloso niño había sido dedicado con fervor, por sus padres, a la luz de Apolo, en la luna del amor. El niño nació; cuando tuvo un año de edad, su madre, siguiendo un consejo dado de antemano por los sacerdotes de Delfos, le llevó al templo de Adonai, en un valle del Líbano. Allí el gran sacerdote le había bendecido. Luego, su famila le llevó a Samos. El hijo de Parthenis era muy hermoso, dulce, moderado, lleno de justicia. Sólo la pasión intelectual brillaba en sus ojos y daba a sus actos una energía secreta. Lejos de contrariarle, sus padres habían animado su inclinación precoz por el estudio de la sabiduría. Había podido conferenciar con los sacerdotes de Samos y con los sabios que comenzaban a formar en Jonia escuela donde enseñaban los principios de la Física. A los dieciocho años, había seguido las lecciones de Hermodamas de Samos; a los veinte, las de Pherecide, en Syros; también había conferenciado con Thales y Anaximandro en Mileto. Esos maestros le habían abierto nuevos horizontes, más ninguno le había satisfecho. Entre sus contradictorias enseñanzas buscaba interiormente el lazo, la síntesis, la unidad del gran Todo. Ahora, el hijo de Parthenis había llegado a una de esas crisis en que el espíritu, sobreexcitado por la contradicción de las cosas, concentra en un esfuerzo supremo todas las facultades para entrever el final, para encontrar el camino que conduce al Sol de la Verdad, al centro de la Vida. En aquella noche cálida y espléndida, el hijo de Parthenis miraba alternativamente la tierra, el templo y el cielo estrellado. Deméter, la tierra madre, la Naturaleza, en que quería penetrar, estaba allí bajo él. Respiraba sus potentes emanaciones, sentía la atracción invencible que a su seno le encadenaba, a él, átomo pesado, como una parte inseparable de ella misma. Aquellos a quienes había consultado, le habían dicho: “De ella todo sale. Nada viene de nada. El alma viene del agua o del fuego, o de los dos. Sutil emanación de los elementos, no se escapa de ellos más que para penetrarlos de nuevo. La Naturaleza eterna es ciega e inflexible. Resígnate a su ley fatal. Tu único mérito será el de conocerla y someterte a ella”. Luego miraba al firmamento y a las letras de fuego que forman las constelaciones en la profundidad insondable del espacio. Aquellas letras debían tener un sentido. Porque, si lo infinitamente pequeño de los átomos tiene su razón de ser, ¿Cómo lo infinitamente grande, la dispersión de los astros, cuya agrupación representa el cuerpo del Universo, no lo tendría?. ¡Ah!, sí: cada uno de aquellos mundos tiene su ley propia, y todos en conjunto se mueven por un Número y en una armonía suprema. Pero, ¿Quién descifrará jamás el alfabeto de las estrellas?. Los sacerdotes de Juno le habían dicho: “Es el Cielo de los Dioses, que fue antes que la tierra. Tu alma de él viene. Ora ante ellos, para que ascienda de nuevo”.

Esa meditación fue interrumpida por cánticos voluptuosos que salían de un jardín, a las orillas del Imbrasus. Las voces lascivas de las Lesbianas se armonizaban lánguidamente a los sones de la cítara; los jóvenes respondían a ellos con aires báquicos. A aquellas voces se mezclaron de repente otros gritos agudos y lúgubres salidos del puerto. Eran rebeldes que Polícrato hacía cargar en una barca para venderlos en Asia como esclavos. Les golpeaban con correas armadas de clavo, para amontonarlos bajo los puentes de los remeros. Sus alaridos y sus blasfemias se perdieron en la noche; luego, todo entró en silencio. El joven tuvo un estremecimiento doloroso, pero lo reprimió para recogerse en sí mismo. El problema estaba ante él, más punzante, más agudo. La Tierra decía: ¡Fatalidad!; el Cielo decía: ¡Providencia!, y la Humanidad, que entre ambos flota, respondía: ¡Locura!, ¡Dolor!, ¡Esclavitud! Más, en el fondo de sí mismo, el futuro adepto oía una voz invencible que respondía a las cadenas de la tierra y a los resplandores del cielo con este grito: ¡Libertad! ¿Quién tenía, pues, razón: los sabios, los sacerdotes, los locos, los desgraciados, o él mismo? Todas aquellas voces decían verdad, cada una triunfaba en su esfera; pero ninguna le revelaba su razón de ser. Los tres mundo existían inmutables como el seno de Démeter, como la luz de los astros y como el corazón humano; pero sólo quien supiera encontrar su acuerdo y la ley de su equilibrio sería un verdadero sabio; sólo aquel que poseyera la ciencia divina y pudiera ayudar a los hombres. ¡En la síntesis de los tres mundos estaba el secreto del Kosmos!. Pronunciando esta palabra que acaba de encontrar, Pitágoras se levantó. Su vista fascinada se fijó en la fachada dórica del templo. El severo edificio parecía transfigurado bajo los castos rayos de Diana. En él creyó ver la imagen ideal del mundo y la solución del problema que buscaba. Porque la base, las columnas, el arquitrabe y el frontón triangular le representaban repentinamente la triple naturaleza del hombre y del Universo, del microcosmos y del macrocosmos coronado por la unidad divina, que en sí misma es una trinidad. El Cosmos, dominado y penetrado por Dios, formaba: La Tétrada sagrada, inmenso y puro símbolo, Fuente de la Natura, modelo de los dioses. (Versos dorados de Pitágoras, traducidos por Fabre d’Olivet).


Sí; estaba allí, oculta en aquellas líneas geométricas, la clave del Universo, la ciencia de los números, la ley ternaria que rige la constitución de los seres, la del septenario que preside a su evolución. Y en una visión grandiosa, Pitágoras vio los mundos moverse según el ritmo y la armonía de los números sagrados. Vio el equilibrio de la tierra y del cielo, cuyo fiel de balanza representa la libertad humana; los tres mundos: natural, humano y divino, sosteniéndose, determinándose uno a otro y jugando el drama universal por un doble movimiento descendente y ascendente. E1 adivinó las esferas del mundo invisible, envolviendo lo visible y animándolo sin cesar; él concibió la depuración y liberación del hombre, desde esta tierra, por la triple iniciación. Él vio todo esto: su vida y su obra en una iluminación instantánea y clara, con la certidumbre irrefragable del espíritu que se siente frente a la Verdad. Fue un relámpago. Ahora se trataba de probar por la Razón lo que su pura Inteligencia había penetrado en lo Absoluto; y para ello se precisaba una vida de hombre, un trabajo de Hércules. Más ¿Dónde encontrar la ciencia necesaria para llevar a cabo tal labor?. Ni los cantos de Homero, ni los sabios de Jonia, ni los templos de Grecia podían bastar. El espíritu de Pitágoras, que repentinamente había encontrado alas, se sumergió en su pasado, en su nacimiento rodeado de velos y en el misterioso amor de su madre. Un recuerdo de infancia le chocó, con una precisión incisiva.


Recordó que su madre le había llevado a la edad de un año a un valle del Líbano, al templo de Adonai. Se volvió a ver como cuando era niño, abrazado al cuello de Parthenis, en medio de montañas colosales, de selvas enormes, donde un río caía en catarata. Ella estaba en pie, sobre una terraza sombreada por grandes cedros. Ante ella un sacerdote majestuoso, de blanca barba, sonreía a la madre y al niño, diciendo palabras que él no comprendía. Su madre le había recordado con frecuencia las palabras extrañas del hierofante de Adonai: “¡Oh mujer de Jonia!, tu hijo será grande por la sabiduría; pero acuérdate de que si los Griegos poseen aún la ciencia de los Dioses; la ciencia de Dios no se encuentra más que en Egipto”. Aquellas palabras le volvían a la mente con la sonrisa materna, con el hermoso rostro del anciano y el estruendo lejano de la catarata, dominado por la voz del sacerdote, en un paisaje grandioso como el sueño de otra vida. Por vez primera, adivinaba el sentido del oráculo.

Había oído hablar del saber prodigioso de los sacerdotes egipcios y de sus misterios formidables; pero creía poder hacer de ellos caso omiso. Ahora había comprendido que le era precisa aquella “ciencia de Dios” para penetrar hasta el fondo de la Naturaleza, y que no la encontraría más que en los templos de Egipto. ¡Y era la dulce Parthenis quien, con su instinto de madre, le había preparado para aquella obra, le había llevado como una viviente Ofrenda al Dios soberano!. Desde entonces tomó la resolución de ír a Egipto para hacerse iniciar. Polícrato se ufanaba de proteger a los filósofos así como a los poetas. El se apresuró a dar a Pitágoras una carta de recomendación para el faraón Amasis, que le presentó a los sacerdotes de Memphis. Estos; sólo a duras penas le recibieron y después de muchas dificultades. Los sabios egipcios desconfiaban de los Griegos a quienes juzgaban ligeros e inconstantes, e hicieron todo lo posible por descorazonar al joven Samiano. Pero el novicio se sometió con una paciencia y un valor inquebrantables a las lentitudes y a las pruebas que le impusieron. Sabía de antemano que sólo llegaría al conocimiento por el pleno dominio de la voluntad sobre todo su ser. Su iniciación durante veintidós años bajo el pontifcado del sumo sacerdote Sonchis. Hemos contado en el libro de Hermes, las pruebas, las tentaciones, los espantos y los éxtasis del iniciado de Isis, hasta la muerte aparente y cataléptica del adepto y su resurrección en la luz de Osiris. Pitágoras atravesó por todas esas fases que permitían realizar, no como una vana teoría, sino como una cosa vívida, la doctrina del Verbo Luz o de la Palabra universal y la de la evolución humana a través de siete ciclos planetarios. A cada paso de aquella vertiginosa ascensión, las pruebas se renovaban más y más temibles. Cien veces se arriesgaba la vida, sobre todo si se quería llegar al manejo de las fuerzas ocultas, a la peligrosa práctica de la magia y de la teurgia. Como todos los grandes hombres, Pitágoras tenía fe en su estrella. Nada de lo que podía conducir a la ciencia era obstáculo para él y el temor a la muerte no le detenía, porque veía la vida en un más allá. Cuando los sacerdotes egipcios reconocieron en él una fuerza de alma extraordinaria y esa pasión impersonal de la sabiduría que es la cosa más rara del mundo, le abrieron los tesoros de su experiencia. Entre ellos se formó y se templó. Allí pudo profundizar las matemáticas sagradas, la ciencia de los números o de los principios universales, que fue el centro de su sistema que formuló de una manera nueva. La severidad de la disciplina egipcia en los templos le hizo, por otra parte, conocer el poder prodigioso de la voluntad humana, sabiamente ejercitada y fortificada, sus aplicaciones infinitas tanto al cuerpo como al alma. “La ciencia de los números y el arte de la voluntad son las dos claves de la magia — decían los sacerdotes de Memfis —; ellas abren todas las puertas del universo”. Fue, pues, en Egipto donde Pitágoras adquirió esa vista de las alturas, que permite ver las esferas de la vida y las ciencias en un orden concéntrico, comprender la involución del espíritu en la materia por la creación universal, y su evolución o vuelo hacia la unidad por esta creación individual que se llama el desarrollo de una conciencia. Pitágoras había llegado a cumbre del sacerdocio egipcio y pensaba quizá en volver a Grecia, cuando la guerra estalló sobre la cuenca del Nilo con todos sus horrores, arrastrando al iniciado de Osiris en un nuevo torbellino.

Hacía largo tiempo que los déspotas del Asia meditaban la pérdida de Egipto. Sus asaltos repetidos durante siglos habían fracasado ante la energía de los faraones. Pero el inmemorial reino, asilo de la ciencia de Hermes, no podía durar eternamente. El hijo del vencedor de Babilonia, Cambises, se lanzó sobre Egipto con sus ejércitos innumerables y hambrientos como nubes de langosta, y puso fin a la institución del faraonado, cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos. A los ojos de los sabios era una catástrofe para el mundo entero. Hasta entonces, Egipto había cubierto a Europa contra el Asia. Su influencia protectora se extendía aún sobre toda la cuenca del Mediterráneo por los templos de Fenicia, de Grecia y de Etruria, con los cuales el alto sacerdocio egipcio estaba en constante relación. Una vez derribada aquella muralla, el Toro iba a lanzarse, con la cabeza baja, sobre las orillas de la Helenia. Pitágoras vio, pues, a Cambises invadir Egipto. Pudo ver al déspota persa, digno heredero de los malvados reyes de Ninive y Babilonia, saquear los templos de Memfis y de Tebas y destruir el de Hammón.


Pudo ver al farón Psammético conducido ante Cambises, cargado de cadenas, colocado sobre un montículo alrededor del cual hicieron colocar a los sacerdotes, a las principales familias y a la corte del rey. Pudo ver a la hija del Faraón vestida de harapos y seguida por todas sus damas de honor igualmente disfrazadas; al príncipe real y dos mil jóvenes con la mordaza en la boca y el ronzal al cuello antes de ser decapitados; al faraón Psammético conteniendo sus sollozos ante aquella horrible escena, y al infame Cambises, sentado en su trono, regocijándose del dolor de su adversario vencido. Cruel, aunque instructiva lección de la historia, después de las lecciones de la ciencia. ¡Qué imagen de la naturaleza animal desencadenada en el hombre, produciendo un tal monstruo del despotismo que pisotea todo e impone a la humanidad el reino del más implacable destino por su repugnante apoteosis!. Cambises hizo transportar a Pitágoras a Babilonia con una parte del sacerdocio egipcio, y le internó en aquel país. (Jámblico cuenta este hecho en su Vida de Pitágoras). Aquella ciudad colosal, que Aristóteles compara a un país rodeado de murallas, ofrecía entonces un inmenso campo de observación. La antigua Babel, la gran prostituta de los profetas hebreos, era más que nunca, después de la conquista persa, un pandemonium de pueblo, de lenguas, de cultos y de religiones, en medio de los cuales el despotismo asiático eleva su torre vertiginosa. Según las tradiciones persas, su fundación remontaba a la legendaria Semíramis. Ella fue, se decía, quien había construido su monstruoso recinto de ochenta y cinco kilómetros de perímetro: el Imgum Bel, sus murallas donde dos carros podían correr de frente, sus terrazas superpuestas, sus palacios macizos con relieves polícromos, sus templos soportados por elefantes de piedra y rematados por dragones multicolores. Allí se había sucedido la serie de los déspotas que habían tiranizado la Caldea, la Asiria, Persia, una parte de Tartaria, la Judea, la Siria y el Asia Menor. Allí fue donde Nebukadnetzar, el asesino de los magos, había llevado cautivo al pueblo judío, que continuaba practicando su culto en un rincón de la inmensa ciudad en que Londres hubiera cabido cuatro veces. Los judíos habían dado al gran rey un ministro poderoso en la persona del profeta Daniel. Con Baltasar, hijo de Nebukadnetzar, los muros de la vieja Babel se habían derrumbado al fin, bajo los golpes vengadores de Ciro; y Babilonia pasó durante varios siglos bajo la dominación persa. Por esta serie de acontecimientos anteriores al momento en que Pitágoras llegó, tres religiones diferentes se codean en el alto sacerdocio de Babilonia: los antiguos sacerdotes Caldeos, los supervivientes del magismo persa y la flor de la cautividad judía. Lo que prueba que estos diversos sacerdocios se entendían entre sí por el lado esotérico, es precisamente el papel de Daniel, quien, continuando en su afirmación del Dios de Moisés, fue primer ministro bajo Nebukadnetzar, Baltasar y Ciro. Pitágoras debió ensanchar su horizonte ya tan vasto al estudiar aquellas doctrinas, aquellas religiones y aquellos cultos, cuya síntesis conservaban aún algunos iniciados. Pudo profundizar en Babilonia los conocimientos de los magos, herederos de Zoroastro. Si los sacerdotes egipcios poseían solos las claves universales de las ciencias sagradas, los magos persas tenían la reputación de haber ido más lejos en la práctica de ciertas artes. Ellos se atribuían el manejo de esos poderes ocultos de la naturaleza que se llaman el fuego pantomorfo y la luz astral. En sus templos, se decía, se originaban las nieblas en plena luz, las lámparas se encendían por sí mismas, se veía irradiar a los Dioses y se oía retumbar el trueno. Los magos llamaban león celeste a aquel fuego incorpóreo, agente generador de la electricidad, que sabían condensar o disipar a placer, y serpientes a las corrientes eléctricas de la atmósfera, magnéticas de la tierra, que pretendían dirigir como flechas sobre los hombres.

Ellos habían también hecho un estudio especial del poder sugestivo, atractivo y creador del verbo humano. Empleaban para la evocación de los espíritus formularios graduados y tomados de los más viejos idiomas de la tierra. He aquí la razón que de ello daban: “No cambies nada a los nombres bárbaros de la evocación, porque ellos son los nombres panteísticos de Dios; ellos están imanados por las adoraciones de una multitud y su poder es inefable”. (Oráculos de Zoroastro recogidos en la teurgia de Proclo). Estas evocaciones practicadas en medio de las purificaciones y de las oraciones eran, a propiamente hablar, lo que más tarde se llamó magia blanca. Pitágoras penetró, pues, en Babilonia en los arcanos de la antigua magia. Al mismo tiempo, en aquel antro del despotismo, vio otro espectáculo: sobre los restos de las ruinosas religiones del Oriente, por encima de su sacerdocio degenerado y pobre, un grupo de intrépidos iniciados, unidos en apretado haz, defendían su ciencia, su fe y, tanto como podían, la justicia. En pie frente a los déspotas, como Daniel en el foso de los leones, siempre en peligro de ser devorados, fascinaban y domaban a la bestia feroz del poder absoluto por su poder intelectual, y le disputaban el terreno palmo a palmo.

Después de su iniciación egipcia y caldea, el hijo de Samos sabía mucho más que sus maestros de física y que cualquier otro griego de su tiempo, sacerdote o laico. Conocía los principios eternos del universo y sus aplicaciones. La naturaleza le había abierto sus abismos; los velos groseros de la materia se habían desgarrado a sus ojos para mostrarle las esferas maravillosas de la natura y de la humanidad espiritualizada. En el templo de Neith-Isis en Memfis, en el de Bel de Babilonia había aprendido muchos secretos sobre el pasado de las religiones, sobre la historia de los continentes y de las razas. Había podido comparar las ventajas e inconvenientes del monoteísmo judío, del politeísmo griego, del trinitarismo indio y del dualismopersa. Sabía que todas esas religiones eran rayos de una misma verdad, tamizados por diversos grados de inteligencia y para diferentes estados sociales. Tenía la clave, es decir, la síntesis de todas esas doctrinas, en la ciencia esotérica. Su mirada abarcaba el pasado y, sumergiéndose en el porvenir, debía juzgar el presente con lucidez singular. Su experiencia le mostraba a la humanidad amenazada por los más grandes azotes, por la ignorancia de los sacerdotes, el materialismo de los sabios y la indisciplina de las democracias. En medio del relajamiento universal, veía engrandecerse el despotismo asiático; y de aquella nube negra un ciclón formidable iba a lanzarse sobre la indefensa Europa.


Era pues tiempo de volver a Grecia, de cumplir su misión, de comenzar su obra Pitágoras había estado internado en Babilonia durante doce años. Para salir de allí era preciso una orden del rey de los Persas. Un compatriota, Demócedes, el médico del rey, intercedió en su favor y obtuvo la libertad del filósofo. Pitágoras volvió pues a Samos, después de treinta y cuatro años de ausencia, encontrando a su patria aplastada bajo un sátrapa del gran rey. Escuelas y templos estaban cerrados; poetas y sabios habían huído como una bandada de golondrinas, ante el cesarismo persa. Al menos tuvo el consuelo de recoger el último suspiro de su primer maestro Hermodamas, y de encontrar a su madre Parthenis, la única que no había dudado de su vuelta. Porque todo el mundo había creído en la muerte del hijo aventurero del joyero de Samos. Pero ella nunca había dudado del oráculo de Apolo. Ella comprendía que bajo sus vestiduras blancas de sacerdote egipcio, su hijo se preparaba para una alta misión. Ella sabía que del templo de Neith-Isis saldría el maestro bienhechor, el profeta luminoso con que había soñado en el sagrado bosque de Delfos, y que el hierofonte de Adonai le había prometido bajo los cedros del Líbano. Y ahora, una barca ligera llevaba, sobre las ondas azuladas de las Cíclades, a aquella madre y a aquel hijo hacia un nuevo destierro. Huían con todo su haber de Samos, oprimido y perdido. Se hacían a la vela para la Grecia. No eran las coronas olímpicas ni los laureles del poeta lo que tentaba al hijo de Parthenis. Su obra era más misteriosa y más grande: despertar el alma dormida de los dioses en los santuarios; devolver su fuerza y su prestigio al templo de Apolo; y luego, fundar en alguna parte una escuela de ciencia y de vida, de donde salieran, no políticos y sofistas, sino hombres y mujeres iniciados, madres verdaderas y héroes puros.

Véase:
http://www.upasika.com/schure.htm



1 de junio de 2009

Manuscrito Voynich - Protohistoria Subterránea

Manuscrito Voynich
Protohistoria Subterránea
Débora Goldstern




Hoy Crónica Subterránea se sumerge en los secretos ocultos del famoso Manuscrito Voynich. Ante tanta avalancha de información, ya que quizás sea uno de los temas de misterios más requeridos por los internautas, parece innecesario ahondar en su historia, porque a estas alturas, que podemos enunciar o decir sobre lo ya sabido, o agregar novedades a un tema que desde el pasado siglo XX cuando salió a la luz, originó una competencia feroz entre especialistas que buscan descifrarlo, aún a costa de sus propias carreras profesionales, muchas de las cuales se han visto empañadas.

Sin embargo más allá de estos avatares naturales, desde este blog no queríamos quedar al margen, y decidimos entregar nuestra opinión sobre el Manuscrito, del cual esta investigadora se interiorizó hace casi veinte años.

Fue a través de Jacques Bergier, con su imponderable Libros Condenados, que obtuve el primer el primer pantallazo. Valga decir que muchas de la información luego conocida, salió del capítulo incluído en su libro, siendo una de las fuentes más citadas, por lo menos en español, a la hora de referirse a la historia del enigmático tratado.

Allí el sagasz francés brindaba detalles reveladores, y se inclinaba por la tesis conspiracionista a la hora de catalogarlo. Centrándose en la figura de Wiiliam Newbold, uno de los estudiosos más importante a la hora de intentar el desciframiento de Voynich, Bergier alerta sobre las presiones por éste sufrida cuando en los años 20' comenzó a declarar en públicos sus hallazgos, ya que recibió feroces amenazas, para terminar desacreditado, años después, alerta más que atendible a quién ose profundizar demasiado en el manuscrito. El caso Newbold guarda paralelismos inquietantes con Helena Petrovna Blavatsky, que una vez revelada las Stanzas de Dzyan, fue objeto de una feroz persecusión que también la llevó a la ruina. Esto última también lo señala Bergier, y es otro dato para atender. También con buen tino el investigador galo agrega, que si el manuscrito logró sobrevivir, fue porque cuando salió a la superficie era la época de la fotografía, lo cual jugó a su favor.

No obstante Bergier escribe que: "tengo buenas razones para creer que se destruyó una versión lenguaje normal. En efecto, Roger Bacon tenía en su poder un documento, que según él, había pertenecido al Rey Salomón, y que contenía las claves de los grandes misterios. Este libro, compuesto de rollos de pergamino, fue quemado en 1350 por orden del Papa Inocencio VI. Este se justificó diciendo que el documento contenía un método para invocar a los demonios. Si sustituímos demonio por ángel, y ángel por extraterrestre, podremos comprender muy bien los motivos de ésta destrucción".

Y desde Crónica apoyamos esta visión, como así creemos que el Manuscrito tiene un lazo con el mundo subterráneo, del cual quizás tuvo su origen. Elegimos para ilustrar este pensamiento algunos párrafos extraídos de El Manuscrito Voynich y la búsqueda de de los mundos subyacentes, del escritor uruguayo Mario M. Pérez -Ruíz, quién sostiene como tesis, que quizás el gran esoterista hispano Ramón Llull, fuera uno de los responsables del fantástico documento. Nuevamente el ocultismo, tiene la palabra.


Los secretos de los mundos olvidados y subyacentes




John Dee tenía como gran obsesión coleccionar libros raros con el fin de experimentar sus artes mágicas, de las cuales era un avezado y competente sabedor. En general eran papiros, y no podemos saber de dónde los sacaba ni cuáles eran sus contactos. Por otro lado, John Dudley, duque de Northumberland y comtemporáneo de Enrique VIII, se apropió de todos los libros relacionados con la brujería. Realizó requisas en todos los monasterios, hasta que halló en una abadía del condado de Essex el documento que nos ocupa. El prólogo escrito por Roger Bacon decía: «Ésta es copia fiel del original que se encuentra guardado bajo las montañas que corren sobre la costa oeste de un lejano lugar, situado en el extremo sur del planeta».

Tengamos en cuenta que Roger Bacon nace en 1214 y muere en 1294; aún no había sido descubierta América, y la cadena a la que se hace mención son los Andes en las cercanías de la Tierra del Fuego.

En una imagen del libro encontraremos la esfera simbolizada por tres ruedas, como el carro de Ezequiel, y en ellas movilidad e inmovilidad central permanentemente vigiladas por doce guardianes (signos zodiacales), y todo bajo el influjo del «otro» Sol, invisible y paralelo al sistema solar (según la tesis de los antiguos rosacruces).

En una imagen dentro de la rueda hay otra rueda cósmica, a su vez en el interior de una estrella de doce puntas; allí aparecen otras estrellas y palabras de carácter ritual, intercaladas en vectores, y también lo que podrían ser una luna o un sol no determinados. ¿Se trata del astro que rige los cielos de un mundo subterráneo, donde el sol y la Luna se conjugan? o, por lógica, si brillan tintineantes estrellas de siete puntas, ¿éstas son los siete metales con sus formas de cúpula cerrada adaptándose, como en la evolución, al entorno, y adquiriendo lo que le es mas propicio en cada momento con el fin de sobrevivir? El ADN es la molécula que encierra toda la información y provoca la multiplicación genética que llamamos vida humana, que siempre es sinónimo de evolución. (Especies similares a la humana se han extinguido, no así el alma de las cosas).

Raznes, en busca de los elixires y de una transformación superior de la que estaba seguro intuyó y escribió, poco antes de su fallecimiento: Esta débil forma que se deteriora día a día me advierte que pronto vaya fallecer.

¡Ay! no sé hacia donde se encaminará mi alma marchita cuando abandone esta arcilla gastada y yena.
El Sol y la Luna, como el círculo o la copulación, marcan los ciclos cósmicos de la ida y el retorno, de la vida y la muerte. El sol interior es un astro del desasosiego, misterioso andrógino con la voz vibrante: un embrión de oro.

En ocasiones se han considerado los diagramas como mapas de un mundo desconocido, subterráneo o paralelo, poblado por larvas protohumanas. De aquí lo que sigue a continuación. La repetición de figuras como en los mantras crea efectos mágicos

En su Arbor Scientiae (Árbol de Ciencia), Ramon Llull aprovechó concepciones sufíes, hebreas y mágicas, pues para hallar la iluminación el ocultismo le llevaría al conocimiento «que había de exceder a todos los que habitualmente pueden tenerse».

Salomón, el gran mago



Investigar sobre este inquietante manuscrito es horadar en un texto prohibido, casi completo, que se salvó de las llamas por no ser entendido. Es un texto de magia, inspirado o íntimamente relacionado con el rey de los brujos: Salomón. En él hay ciertos secretos plasmados por revelación, o que procedían de una civi­lización superior, de origen extraterrestre o angelical.

En el ascenso y descenso del intelecto, la inteligencia nos pondrá en el camino de la revelación, espiral iniciático. Según in­terpretación de Roger Bacon, el documento Salomón, como se conocía la versión hebrea del documento Voynich, será pasto de las llamas del Santo Oficio. ¿O fue ocultado? La reconquista de los Santos Lugares pudo ser una excusa para hallar lo que se es­conde en el Templo de Salomón. Antes de la oscilación del eje de la Tierra que provoca los diluvios cada 12.960 años (el último tuvo lugar 10.500 años a.C.) el eje del planeta pasaba por Jerusalen, (como ahora lo hace por los polos), pero cualquier espa­cio en la Tierra da lugar a la creación de un eje, según la fuerza de nuestro espíritu y de acuerdo a los rituales adecuados.

El Templo debía ser erigido en la cima del monte Moriá, en el sitio donde Dios pide a Abraham el sacrificio de su hijo Isaac (algunos dicen que no debemos confundirlo con otro lugar). Abraham no rehusó hacer correr la sangre de su hijo único, aunque en el último instante el patriarca oirá el llanto de un animal indefenso, un carnero enredado en unos arbustos, y sustituirá a su vástago por e! cordero. Como reza el texto: «La presencia proveerá y será vista».

Isaac Newton realizará una importante investigación. Según él, el Templo será construido en tres ocasiones. Keynes lo llamaba «e! último de los brujos» ¿Por qué le llamó brujo? Pues bien, «porque contemplaba el Universo y todo lo que en él se contiene como un enigma, como un secreto que podía leerse aplicando el pensamiento puro a evidencias, a indicios místicos que Dios había diseminado por e! mundo, para permitir a la hermandad esotérica la búsqueda del tesoro filosófico..

El filósofo-físico creía que algunos secretos eran transmitidos por los miembros de una hermandad en una cadena invisible que comienza extendiéndose desde Babilonia hasta nuestros días, además consideraba al Universo y la Naturaleza como un libro, un criptograma o un enigma geométrico reflejado en un espejo, y por lo tanto tendría su teorema explicativo.

Newton escribirá con su habitual timidez: «No sé lo que pareceré a los ojos del mundo, pero a los míos es como si hubiese sido un muchacho que juega en la orilla del mar y se divierte encontrando un guijarro más pulido o una concha más hermosa, mientras e! inmenso océano de la verdad se extiende inexplorado frente a mí». Pero las verdades, desde la antigüedad pitagórica, tenían en palabras de Descartes una expresión matemática, y lo invisible se hacía presente por medio de la ciencia y la mística. «Que no entre nadie aquí que no sepa geometría», dirán en e! templo egipcio de Sais, en e! templo de Delfos, en la República de Platón, y los cabalistas hebreos, los alquimistas, los constructores de catedrales harán suya esta propuesta filosófica.
La Biblia es un libro cabalístico, y Newton sabía que el contenido secreto de las Sagradas Escrituras sólo se podía entender estudiando e! mundo y el conocimiento de los antiguos.

Hasta ahora se han realizado varios intentos, pues e! criptograma bíblico sólo se puede precisar por medio de la simbología, e! mito y la filosofía natural, combinando estos métodos con el arte de! número y con otros medios hasta hoy desconocidos. La alquimia será el eje central de todos los estudios newtonianos. El 70 por ciento de los libros de su biblioteca eran de ocultismo, espiritualidad y alquimia, y los textos científicos formaban un anillo de Moebius, un ir y venir de las matemáticas, la física y de la misma teología llevada hacia la magia, la filosofía y la comprensión de la palabra, más allá de la gramática. Muchos de sus escritos alquímicos han desaparecido, y otros fueron comprados por e! Instituto de Investigación de Massachusetts. En su lápida semidestruida se encontraban, al parecer, la famosa escuadra y e! compás, junto a la serpiente, la vara de Hermes ... y la palabra «alquimista». Toda una simbología que le relaciona con una hermandad secreta. Newton tuvo el aval de uno de los fundadores de la masonería especulativa en 1717, Desaguilliers, el maestro masón.

Para Newton, los doce dioses eran nuestros antepasados. Abraham, Moisés, Salomón, Noé ... dioses y reyes que no habrían muerto jamás, manteniéndose en otra esfera dimensional. Según la cosmogonía pitagórica de la trasmigración, las almas toman cuerpo a partir de la esfera lunar y las superiores habitan en el templo de la inmortalidad. Así, los profetas que conseguían un estado evolutivo superior al humano, se reencarnarían en otro mundo como semidioses ..

Newton escribirá El Templo de Salomón, intentando hallar secretos teoremas en sus formas geométricas, el registro del sentir del todopoderoso que mostraba lo inescrutable en unas medidas determinadas; allí aparece el famoso fuego perpetuo que jamás se apagaba, el Arca de la Alianza, con los secretos divinos, las tablas entregadas a Moisés, o la Sala Áurea con el famoso 1,618 que rige y controla el cosmos, la naturaleza, el cuerpo humano; o el crecimiento de las caracolas: «Construyeron sepulcros en forma de templos, instalaron las imágenes en los templos y las adoraron como habitadas por las almas de los reyes muertos». De modo análogo se refería a este mundo, este universo, como la más deslumbrante construcción invisible. La naturaleza está, en su conjunto, sometida a unas formas matemáticas y geométricas conocidas como invariables, aquí y en otras dimensiones; entre estas hallamos el valor diferencial, la teoría o ley de la gravedad universal, el teorema de Pitágoras, la teoría de la relatividad de Einstein.

Dice en el Zohar, escrito por Moisés de León: «Dios creó el universo para ver su rostro reflejado en un espejo», pero, como todo lo visible o invisible, se puede ver sin subjetividad a través de las matemáticas.

En el mismo texto recoge Moisés de León el conocimiento de los cinco libros perdidos del profeta Moisés, de Abraham el Judío y otros, también hace suya la perspectiva del etíope Libro de Enoc y su visión de la imagen del templo de la Inmortalidad: «y entré y me acerqué a una pared que estaba hecha de cristales y rodeada de lenguas de fuego, y empezó a causarme temor. Y entré en las lenguas de fuego y me acerqué a una gran casa que estaba hecha de cristales; y las paredes de la gran casa eran como un mosaico moviente de cristal y su suelo era de cristal. Su techo era como el camino de las estrellas y del relámpago, y entre ellos había querubines de fuego y su cielo poseía la claridad y la textura del agua». Se retiene al cenit y el nadir de agua estelar donde refulgían en derredor fulgurantes las estrellas. Nos habla del cristal orgánico, mezcla de material inorgánico y celular, maleable y contorneándose a su entrada, el corazón latiendo, un vitral cambiante en el pecho del príncipe del universo interior.

Los dos mundos

Según el cabalista Ezra de Cirona, los senderos de la sabidu­ría tienen seiscientos trece preceptos, en las palabras y versos de Salomón, en cuyo «Cantar de los cantares», se dice: «El aroma de tus vestidos es como el perfume del Líbano». El perfume cons­tituye la prenda de la subsistencia de los dos mundos y de la vida de las almas, el mundo superior de los Sepiroth y el mundo infe­rior o realidad creada. Los ángeles celestiales segregan aromas de rosas y de rocío sobre sus pétalos y las fuerzas invisibles infernales expelen azufre.

Tengo la impresión de que el manuscrito Voynich es el relato de un mundo paralelo, con un idioma desconocido, enoquiano angelical o extraterrestre, que al parecer nos recrea una realidad distinta, donde se conjugan un jardín, una caverna, un mapa de las constelaciones, un bestiario de plantas antropomorfas con ojos y cuerpos de mórbida desnudez junto a conjuros de magia y, al parecer, de ciencia.

En el Zohar se escribe: «Este rocío es el maná del que se alimentan las almas de los justos. Los llamados tienen sed y lo re­cogen a manos llenas en los campos del cielo». La Tierra en ben­decida por el rocío y más tarde el gallo canta al Sol que aparece por Oriente. Tras el líquido espermático de los ángeles aparece el astro rey del sistema solar hecho de oro y pone en retirada el caos de la ignorancia, la noche.

Roger Bacon


Este franciscano, alquimista y gran erudito nacido en el año 1211, propone el estudio de la física y las matemáticas, que se aplicarán a lo que nacerá con el nombre de ciencia experimental. Este visionario escritor de ciencia-ficción, que fue perseguido y que estuvo varias veces preso por ideas que no se adaptaban a la época, nos hablará en su libro Opus Majus de enormes explosiones, de barcos que navegarán con la velocidad de la flechas, sin remos ni velas. Describirá aviones y submarinos y será conocido como el doctor Admirable, seguro de crear el elixir de la vida: «En las entrañas de la tierra el oro natural se presenta con veinticuatro grados de per­fección, pero mediante el arte se puede multiplicar hasta el infi­nito ... »

La piedra filosofal era para él el más preciado tesoro; así, Bacon, en una cita recogida por una selección de textos reco­pilados por Victor Zalbidea y otros en Alquimia y Ocultismo señala que: «Las partes untuosas minerales de la Tierra son co­cidas y reunidas en las venas de la Tierra y corren a través de la montaña, engendrando el azufre». Como puede observarse, en los filones de las minas, el azufre nacido de las partes untuosas de la Tierra encuentra el mercurio y conforma la materia de la pie­dra.
El autor sigue describiendo: « ... Cuece hasta que aparezca un niño verde, es el alma de la piedra». Otro dijo: «sabed que es el alma lo que domina durante el verdor». Por fin, aparece el rey, co­ronado con la diadema roja: embajador en tierras de Asia, a quién tártaros y chinos enseñaran fórmulas para no envejecer. Hay que saber extraer la esencia ... Más allá de los desiertos de Gobi, co­noció una tierra donde los seres humanos no envejecen.»

Roger Bacon poseerá el manuscrito, y concebirá el legado como una entidad en la piedra, distinta de ángel o demonio.

Roger Bacon escribirá en uno de sus márgenes: «He visto en un espejo cóncavo una estrella en forma de caracol; se encontra­ba entre el ombligo de Pegaso, el busto de Andrómeda y la cabe­za de Casiopea». Como apuntará Jacques Bergier: «Es precisa­mente allí donde se descubrió la nebulosa de Andrómeda».

Años después, Adolph Cyrus Roidingercht, en el año 1916, dice poder traducir el manuscrito, pues uno de sus antepasados convi­vió con el doctor Bacon, y éste le regaló un código para traducir los textos escritos por los habitantes antediluvianos protohistóri­cos del sur del planeta.

Un modelo a escala del Concorde

A.C. Roidingercht comienza a trabajar con su código secreto. Descubrirá que éste habla de una civilización desaparecida, cuyos integrantes eran seres de no más de metro y medio, que controlaban la fuerza de la gravedad y que, con una máquina llamada Nilotrona, excavaban la roca y construían pasajes y túneles subterráneos que comunicaban todo el planeta. En uno de los mapas de Voynich aparece la cartografía de un sector celeste del Cosmos no conocido hasta el momento. Las páginas aparecen coloreadas en cuatro colores diferenciados como el aura humana. El 22 de enero de 1917, nuestro científico desaparecía misteriosamente, sin dejar rastro. Pudo desaparecer de forma precipitada o ser secuestrado, ¿tal vez abducido? Su pipa aún estaba encendida sobre el cenicero. El manuscrito fue hallado abierto en unas páginas donde se podían observar los planos de una turbina para un avión a reacción y, al lado de este dibujo, en la misma hoja, un avión muy similar al Concorde
Williant Newbold y la conspiración
En 1919, el decano de la Universidad de Pensilvania, W. Newbo1d, pone manos a la obra para descifrar el documento. En 1921 su tarea comienza a dar frutos, anuncia charlas sobre el particular, pero algo le impide dar estas conferencias. Newbold recibe amenazas escalofriantes. Falleció cinco años más tarde, llevándose el enigma a la tumba. El criptograma quedaba como lo dejó R. Bacon, pendiente de resolución. Se habla de «conspiraciones contra el conocimiento oculto».

Hay muchos intereses para hacer escarnio de una civilización con una tecnología avanzada que habitó la Tierra hace miles de años. O tal vez todo sea la travesía de un alquimista hacia mundos desconocidos. No obstante, las dos teorías no se contradicen.

Debemos, por otra parte, agregar que en el libro existen aná­lisis botánicos y estelares que solo pudieron ser realizados por me­dio de moderno instrumental como microscopios y telescopios.

William Romaine Newbold especialista en historia y filosofía medievales, lingüista y criptógrafo, trabajaba en la Universidad de Pensilvania. En 1919 comienza a descifrar el manuscrito, afirma que Roger Bacón es el autor, que existe un texto minúsculo y que Bacón es el inventor de la lupa y el telescopio, instrumentos ne­cesarios para ver las estrellas y los espermatozoides. Asímismo, re­aliza seis traducciones al inglés, descubre que en algunas páginas se analizan las células de las trompas de Falopio, los bronquios que facilitan el paso de las mucosidades, y los ovulas, reflejándo­los en un aumento de setenta y cinco veces su tamaño. Más tar­de, otro científico, John Manly, contradecirá sus teorías en un artículo publicado en el año 1931 en la revista Speculum Me­diate un meticuloso trabajo despojaba de autenticidad el trabajo de su profesor, que junto a otros como Roland Crup Kent o Leo Levitov seguían órdenes precisas de los servicios secretos nortea­mericanos, del M 18, Y más tarde de la CIA. La División de Inte­ligencia Militar de los Estados Unidos, sección criptología, esta­ba encabezada por Herbert Osborne Yardley.


Notas:

Según Fabio Zerpa en Los Hombres de Negro y los Ovnis en el documento protohistórico Voynich estaría contenido lo siguiente: "posee el ser humano una energía muy especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida es la del "volucielo". Esta es la tercera organización cerebral independiente, cuya sede se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervértebra tien relación paticular con el conocimiento acequible al ser humano y actúa a modo de archivo o depósito. Las zonas intervértebras están relacionadas íntimammente con el "conjunto sonomedular", que tiene al igual que el volucielo su centro de actividad en la parte superior de la cabeza". Para Zerpa "sonomedular" significaría el mecanismo que nos pone en contacto con nuestra identidad divina.